Texto: Melecio Hernández Pérez

Las Islas Canarias fueron una avanzada en la conquista de las tierras americanas y un enlace entre los reinos de España y los de Indias. El archipiélago sigue siendo un eje central entre América y España. Su situación geográfica entre tres continentes afirma su importancia en las relaciones de los países de habla hispánica. Por tanto, era necesario la creación de una institución de alcance “que tiene en su principal misión difundir los valores hispánicos que rigieron al imperio español en siglos gloriosos y de unirse a las naciones Iberoamericanas en un haz de hermandad espiritual que mantuviera firme y perenne los lazos históricos y religiosos que un día creara en ellas la vieja España”.

Así que estaba justificado un centro de estas características en el archipiélago canario, por ser punto de enlace clave entre América y España. Y fue el Puerto de la Cruz, turístico y cosmopolita, uno de los receptores pioneros de la Ilustración en Canarias, el lugar donde se establecería el Instituto de Estudios Hispánicos con la autorización del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, entidad dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

En 1953, el Puerto de la Cruz era un municipio eminentemente agrícola, dedicado casi exclusivamente al cultivo del plátano, que poseía un excedente de mano de obra, agravado por la práctica inactividad del sector terciario, portuario y las secuelas persistentes aún de la Guerra Civil española y la europea. Como consecuencia de todo ello, desde la década de 1940 se origina la fuga clandestina de emigrantes a Venezuela, si bien en las postrimerías de la siguiente década, la economía española pasa tímidamente de ser un sistema autárquico a su integración en los mercados internacionales. La apertura exterior y la liberación interna convirtieron a España en un país con manifiesta especialización internacional en la prestación de determinados servicios. Los ingresos por turismo y las remesas efectivas de emigrantes constituyeron dos mecanismos básicos de compensación del déficit comercial. En el sector turístico, España supo sacar partido a sus ventajas comparativas unas de carácter geográfico–cercanía a Europa, una larga franja costera, gran número de horas de sol al año– y otras de carácter económico-relación favorable de precios, disponibilidad de mano de obra y una buena oferta de servicios.

El Puerto de la Cruz, cuna del turismo no sólo a nivel regional sino también nacional, iniciaba entonces su progresivo y arrollador despegue que le convertiría en el motor económico del Norte y buena parte de Tenerife.

No se puede decir lo mismo en cuanto a la cultura, pues si bien es cierto que se desarrollaban actividades de cierta relevancia, lo eran de forma esporádica, muy de tarde en tarde; pues, lamentablemente, no tuvo el mismo tratamiento ni desarrollo a la par que la industria turística, por lo que la creación de una entidad cultural de proyección americana iba a paliar en parte esa carencia. Y es que la cultura, en su más amplia acepción, y el medio ambiente son exponentes imprescindibles de promoción en una ciudad turística como el Puerto de la Cruz, que no sólo deba ofrecer y sustentarse de sus paisajes y condiciones climáticas, playas e instalaciones de baño.

En las preliminares de la creación de la institución portuense, llevados a cabo con riguroso secretismo, la formación de la asociación requería la integración de personas fieles o simpatizantes del Régimen, por lo cual los artífices fundadores encontraron pronto el apoyo del Gobierno Civil y el de la Capitanía General de Canarias, además de intelectuales con espíritu insular y regional, e incluso nacional, bajo la eficacia del alcalde Isidoro Luz Carpenter y de Antonio Ruiz Álvarez, entre otros, como Alberto Sartoris, Eduardo Westerdahl y Celestino González Padrón.

Realizados los trámites, y una vez autorizados el 31 de julio de 1952 la incorporación del Instituto de Estudios Hispánicos al Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, que a la sazón dirigía Alfredo Sánchez Bella, así como la aprobación de los estatutos aprobados por el Ministerio de la Gobernación el 30 de octubre de 1952, se procede al acondicionamiento de los locales que el Ayuntamiento había cedido en los bajos del edificio de la calle Quintana, y, en ese intervalo, el nuevo organismo cultural organiza diversos actos en diferentes centros sociales y de recreo de la localidad, como el Casino Puerto Cruz, Cinema Olympia y Círculo de Iriarte; el primero de los cuales tuvo lugar el 21 de septiembre de 1952, a cargo del famoso arquitecto Alberto Sartoris, cuya conferencia llevó por título “Esquema panorámico del Arte moderno”. Los sucesivos actos hasta febrero de 1953 corrieron a cargo del jesuita Ramón Cué, los poetas Luis Rosales Camacho, Pedro Lezcano, Pedro García Cabrera, y los escritores Domingo Pérez Minik, César González Ruano, Luis Álvarez Cruz y el artista sueco Eric Nerlow, con una exposición de óleos y acuarelas presentada por el crítico de arte Eduardo Westerdahl.

La filosofía de actuación inicial de la asociación cultural que presidía Isidoro Luz Carpenter se fundamenta en la creación de cursos para extranjeros. Esta iniciativa fue sugerida por Joaquín de Entrambasaguas y Peña, quien a la sazón era director de los cursos para extranjeros en Madrid, y que tuvo gran repercusión y acercamiento en la corriente turística internacional que nos visitaba. El primero, se denominó Curso de Invierno para Extranjeros, y fue clausurado el 31 de marzo de 1952 en el Círculo de Iriarte, con una matrícula de 108 alumnos, entre ellos, 48 extranjeros de diferentes nacionalidades. Asistieron las más representativas autoridades de la provincia y personalidades de las letras y las artes, con la intervención de elocuentes oradores. Otra de las creaciones fueron los museos de arqueología canaria, acoplado a uno de Historia Natural y el de pintura moderna; este último, a constituir con obras de aquellos artistas que expusieran en sus salas. También se contemplaba la creación de un cuadro de bailes regionales; organización de una Biblioteca Hispánica, que se nutriría de donaciones particulares y diversos canales, siendo destacable la valiosa colección de 2.300 libros del Gobierno del Brasil referidos, en su mayoría, a la figura del taumaturgo Padre Anchieta; el fomento de la comunicación entre el Puerto de la Cruz y los isleños residentes en América, así como asociaciones culturales y centros de divulgación y bibliotecas.

Como se puede apreciar, la Junta Rectora del Instituto, todavía en formación, inicia algunos de sus objetivos en el mismo año de 1952. Independientemente de los cursos para extranjeros, resulta destacable la creación, con fecha 30 de septiembre, de las salas de Arqueología Canaria Luis Diego Cuscoy y de Pintura Contemporánea Eduardo Westerdahl. El primero, se vería enriquecido con las donaciones particulares de Telesforo Bravo Expósito y Celestino González Padrón, y, fundamentalmente, de los fondos del antiguo Museo Gómez, propiedad del matrimonio Juan González Sanjuán y Leticia Gómez de González, consistentes en cerámica aborigen y otros utensilios de gran valor, al igual que restos momificados guanches, mapas del siglo XVII, colecciones de mariposas, armas, maderas de los montes públicos de Canarias, etc. En la actualidad, estos fondos se albergan en el Museo Arqueológico Municipal de la ciudad desde 1991.

En cuando al segundo museo cuenta con el privilegio de ser el primer centro de arte de su tipología fundado en España y las obras pictóricas bajo las siglas MACEW, después de permanecer albergadas en la sede con riesgo de deterioro desde 1965 hasta junio de 2007, año en que los cuadros se vienen exponiendo de forma permanente en la Casa de la Real Aduana, espacio cedido provisionalmente por el Cabildo Insular de Tenerife hasta la ejecución de la futura (¿?) sede en el viejo Parque de San Francisco, dentro del proyecto contemplado por el Consorcio para la Rehabilitación del Puerto de la Cruz.

Sin temor a equivocarnos, estos centros museísticos son un referente cultural y turístico de gran significación para el municipio; en especial el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW), dada la calidad de las obras expuestas y de sus autores.

Constituida, por primera vez, la asociación cultural bajo la denominación Instituto de Estudios Hispánicos, y con el fin “de fomentar la cultura española e hispanoamericana, exaltar el contenido apostólico y cultural de la hispanidad, y estudiar la presencia canaria en el pasado de la hispanidad”, en sesión celebrada en el salón de actos del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz el 12 de febrero de 1953, la Junta Directiva electa se configuró con la presidencia a cargo de Isidoro Luz Carpenter; vicepresidente, Celestino González Padrón; secretario general, Antonio Ruiz Álvarez; secretario de actas, Juan Felipe Machado García; tesorero, Antonio Ascanio Monteverde, y como vocales Salvador Pérez Pérez, Fernando Carmona Barreda y Gundemaro López-Mora Hernández, además de un elenco de vocales representantes de organismos oficiales, y el obispo de la Diócesis, independientemente de los numerosos miembros de honor aprobados en la segunda sesión del 14 de febrero del mismo año.

La fundación oficial del Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz y del MACEW se produjo el 28 de marzo de 1953. El memorable acto se celebró en el teatro Topham, “con el escenario engalanado con las banderas de todas las naciones hispanoamericanas”. Se inició con la lectura de la memoria reglamentaria por el primer secretario general del Instituto, Antonio Ruiz Álvarez, para tomar seguidamente la palabra el presidente Luz Carpenter, quien leyó un interesante trabajo histórico “acerca de la obra e influencia de los isleños en América, aportando una enumeración de nombres ilustres que en el nuevo continente tuvieron su asiento y arraigo”. Puso fin al acto Sánchez Bella, quien glosó “de manera maestra el concepto de Hispanidad en su amplio contenido y aludió a la tarea que habrá de asumir el Instituto que se inauguraba en ese sentido de servir de nexo para el mejor entendimiento con los pueblos de Hispanoamérica”. Asistieron el capitán general de Canarias, Carlos Martínez de Campos

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y Serrano, duque de la Torre; el gobernador civil de la provincia, Carlos Arias Navarro; el rector de la Universidad de La Laguna, Alberto Navarro González; el presidente del Cabildo Insular y Mancomunidad, Antonio Lecuona y Hardisson; el director del Instituto de Cultura Hispánica, Alfredo Sánchez Bella; el catedrático de Literatura de la Universidad Central, Joaquín de Entrambasaguas y Peña, el delegado del Ministerio de Información y Turismo, Carlos García Gutiérrez; el presidente del Instituto, Isidoro Luz y Carpenter, y Ramón Bela y Armada, jefe de intercambio cultural del Instituto de Cultura Hispánica, entre otras personalidades y demás miembros de la directiva del Instituto.

Hay que reconocer el gran esfuerzo por parte del Instituto en los primeros y decisivos momentos de su arranque, ya que sin recursos económicos y en poco tiempo llevó a cabo una intensa labor cultural, a pesar de la desventaja de no poder invitar a destacados hispanistas residentes en la Península por lo costoso de los viajes, teniendo que limitarse a las visitas de personalidades de las letras y las artes que llegaban a Tenerife, y que en su mayoría eran catedráticos, poetas, escritores y artistas que secundaron asimismo los intelectuales residentes y canarios, con los que se organizaban y consolidaban diversos actos culturales estructurados por la Junta Directiva, muy en particular por su presidente Isidoro Luz Carpenter, y la eficaz gestión del secretario general Antonio Ruiz Álvarez, quien, vinculado al mundo universitario y de la intelectualidad, encontró la más decidida colaboración por parte de los catedráticos de la Universidad de La Laguna, logrando así “desplazar la actividad universitaria al Instituto de Estudios Hispánicos”.

Así, a grandes rasgos, y a modo de rememoración en su ya sexagenaria vida, fueron los primeros pasos de la entidad cultural más importante que ha tenido y mantiene el Puerto de la Cruz a través de su historia como único centro referente de su género en la Islas.

Llega, pues, el 60º aniversario fundacional del Instituto en trances de dramática crisis, cuando son palmarias las restricciones de las administraciones públicas que lo sustentan con sus subvenciones, algunas de las cuales las han reducido a valor cero; y que de seguir en esa línea descendente, podría peligrar su sostenimiento y abocar la institución al cierre.

Las demás aportaciones corresponden a los socios, los ingresos del curso de español para extranjeros y las esporádicas ayudas de la empresa privada, entre otros de escasa cuantía. Por tanto, cada vez son menores los medios para cumplimentar las prioridades de la programación anual, que forman el cuerpo fundamental de las actividades culturales en todas sus variantes, si no fuera por el más importante de los recursos, el factor humano, que no solo impera en la directiva que preside Nicolás Rodríguez Münzenmaier, secundado por su secretario general, Jerónimo de Francisco Navarro, y la diligente Iris Barbuzano Delgado, sino también por el resto del colectivo integrante, el cual, con generosidad, esfuerzo e iniciativas destaca y colabora significativamente en la participación de intelectuales y artistas que, de forma desinteresada y altruista, contribuyen a mantener con dignidad viva la llama de esta prestigiosa institución que ostenta las medallas de Oro de la Isla de Tenerife y la del Ayuntamiento de la ciudad del Puerto de la Cruz.

El acto conmemorativo del 60º aniversario del IEHC y del Museo Westerdahl, se celebraba el 27 de marzo, un día antes, por ser el 28 jueves Santo. Consiste en la proyección del documental “Aislados”, de Miguel G. Morales, y a continuación, mesa redonda con el lema “Eduardo Westerdahl, entre amigos” moderada por el director del MACEW, Celestino Hernández Sánchez, y en la que intervienen Vicente Saavedra, Maribel Nazco y Carlos A. Scharwt.

Que no olvide el conjunto de la sociedad y de las entidades vinculadas con el negocio del turismo que la cultura y otros factores hartos reconocidos son incentivos imprescindibles para el sustento y funcionamiento de la industria turística de calidad, único e irreversible sector para la vida socioeconómica del Puerto de la Cruz y de las Islas.

Fuentes consultadas:

Libros:

Guimerá Ravina, Agustín (1991). El Hotel Taoro. Cien años de turismo en Tenerife 1890-1990.

Hernández González, Manuel (2003). Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias 1953-2002.

González Lemus, Nicolás y Hernández Pérez, Melecio (2010). El turismo en la historia del Puerto de la Cruz, a través de sus protagonistas.

Prensa:

LA PRENSA, 14-06-2002. Hernández Pérez, Melecio. SOS: ¿Para cuándo un edificio idóneo y digno para la sede del Instituto Hispánicos de Estudios Hispánicos?

LA PRENSA, 26-04-2003. Hernández Pérez, Melecio. Antonio Ruiz y los orígenes del Instituto de Estudios Hispánicos.

EL DÍA, 16-09-1971. Ruiz Álvarez, Antonio. Pequeño comentario a unas declaraciones del señor Navarro González.

Otros:

Memoria-resumen 1953-1958. Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz (1959).

Memoria del Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, por su primer secretario general y miembro fundador D. Antonio Ruiz Álvarez (1953).